22 nov 2007

"El agua no se fabrica"

Diario Democracia de Villa Dolores (21/11/2007)
"El agua no se fabrica"

Conclusiones del Primer Simposio Regional “Las Sierras Son Nuestro Gran Tanque de Agua” por Evelin Höhne
El comportamiento del hombre hace pensar que somos nosotros, los seres humanos, los que “fabricamos” aquello que es la base de toda vida terrestre: el agua. Abrimos la canilla y esperamos que salga. Y si no sale, es porque los caños están rotos, o se hacen tareas de mantenimiento. Y eso es lo que suele pasar, ¿verdad? Pero que uno abra la canilla o las compuertas y que no salga agua, porque no hay, porque se acabó, eso es difícil de imaginar y más penoso todavía vivirlo. Algunos pobladores del valle ya viven la dramática escasez del agua debido al accionar, o la falta de actuar apropiado, del hombre. Las políticas de estado, ¿prevén la situación, protegen nuestras cuencas hídricas? La gente ¿conoce las causas naturales, las leyes de un ciclo de agua? ¿Reacciona?
El Primer Simposio Regional “Las Sierras son Nuestro Gran Tanque de Agua”, que se realizó el sábado 17 de noviembre en Villa de Las Rosas con disertantes de la Universidad de Córdoba, demostró que sí hay conciencia, hay interés y hay soluciones al alcance de la mano –si es que la voluntad política acompaña el proceso ciudadano iniciado en pro de la protección de nuestras cuencas hídricas. Y si acciona.
El salón del Sindicato de Luz y Fuerza estuvo colmado con unas 100 personas que respondieron a la invitación de la “Red por el Uso Responsable del Agua de Traslasierra”, una asociación de vecinos de diversos lugares de la Costa. El lugar, apropiadamente acondicionado, también con una obra artística de María Eugenia Alfano, que expresaba el ritmo y la frescura del agua, fue el escenario de cuatro horas de disertación e intercambio.
Las aproximaciones científicas a nuestra zona podrían resumirse en una frase: “sin bosque no hay agua”. Melisa Georgis, especialista en biología vegetal, mostró las diferentes zonas vegetales de nuestra sierra y cómo, por la acción del hombre, el bosque ha disminuido, los chilcales y pastizales son reemplazados cada vez más por matorrales compuesto por especies exóticas, como los ligustros o siempreverdes, los grataegus, la acacia negra y los cotoneaster, especies que desplazan y/o asfixian a la vegetación autóctona. La disertante presentó esa pérdida de vegetación propia del lugar como una de las causas también del creciente poder del fuego, la erosión, el desequilibrio en el ciclo del agua que se produce en su consecuencia. Sin poner en duda el grave peligro que significa el avance desmedido de los ligustrales (no restringido a nuestra zona, por cierto), en la ponencia no quedó del todo claro qué es lo que significa ello en el momento de la captación o “pérdida” del agua por ese árbol, tal como lo planteó un participante. Los destrozos en la naturaleza por los incendios, la falta de manejo ganadero (las vaquitas se comen todo lo que pudiera en su momento llegar a ser árbol) la tala y la expansión urbana son por ahora los principales factores de la desaparición de lo que debería ser nuestro bien más cuidado: la vegetación serrana.
Daniel Renison, miembro de la cátedra de Ecología de la Universidad de Córdoba habló en su ponencia “La importancia de los bosques nativos en la protección de las cuencas hídricas” de ese “capital natural” que es toda naturaleza, recalcando que de las sierras dependen nuestros ríos, que son los bosques los que garantizan el suelo esponjoso por donde se filtra el agua al suelo, a las vertiente que dan origen a los arroyos que nos proveen de agua. Dio como ejemplo de economía previsora a la ciudad de Nueva York, que ante la necesidad de conseguir agua para sus millones de habitantes, compró grandes extensiones de terrenos para preservar los bosques, pagando un subsidio a los agricultores para que no cultiven las tierras: una inversión a largo plazo que parece ser rentable en el norte, donde se enfocan los próximos 60 años mientras que en Argentina las inversiones se hacen a un plazo de 12 a 14 años, plazo en el que sí pueden verse grandes daños, pero no una mejoría para la cual se necesita décadas.
Pero no todo es negativo, dice Renison y menciona el Plan Provincial de Manejo de Fuego, la creación del Parque Nacional El Condorito, la Reserva Hídrica de la Pampa de Achala, la introducción del guanaco en el Parque Nacional para reemplazar a las vacas (porque el pastoreo sí es necesario para el equilibro buscado), todo ello serían indicios de que algo cambia. Pero, se pregunta la cronista, ¿qué leyes son las que regulan el uso de lo que fue declarado como “Reserva Hídrica? ¿Existen? ¿Se aplican? ¿Quiénes son los que la conocen?
Pablo Friedländer, investigador él también del CONICET (Consejo Superior de Investigaciones Científicas y Tecnológicas) y vecino de Los Molles, reflexiona sobre el lugar conceptual o filosófico del hombre en el Medio Ambiente. Ve una crisis de paradigmas, boga por un cambio que ya se vislumbra y que no ve al hombre como “rey” de la tierra sino como parte de la naturaleza. Friedländer reclama un cambio sustancial: “El hombre no es el centro de la naturaleza“La naturaleza no es un objeto para usar”, es algo que nos sostiene, “somos naturaleza” recalca y recuerda que todo lo que pasa en la naturaleza nos afecta. La pregunta típica de los siglos anteriores (y hasta nuestros días) había sido y es: “para qué nos sirve “. Friedländer rechaza como inservible la idea de la naturaleza como “gran máquina” que funciona para el hombre brindándole una prosperidad ilimitada. Los científicos de diversas disciplinas ya lo saben desde hace décadas que todo está interconectado y por ello no hay que separar al hombre de la naturaleza. “Al modificar valores, cambiamos actitudes” dice Friedländer. Para ello también hay que cambiar el lenguaje, ya que los conceptos son los que condicionan nuestras actitudes. (¿Hay alguien que quiere tener “basura” en su campo? Y no se dan cuenta de que en la naturaleza no hay basura, no hay deshechos inservibles, ya que todo lo recicla. Sólo el hombre produce basura.
Nicolás Fioretti, el codisertante de Friedländer, situó nuestra región geográficamente en el Gran Chaco y la presentó como una zona rica en diversidad de vida biológica y cultural. Introdujo un concepto interesante en la discusión, relacionando la erosión de las tierras y su consiguiente pérdida, como una “erosión cultural”, una pérdida de cultura.
Esta pérdida se puede, en lo económico, cuantificar. Esto ya se ha hecho en muchos países, sobre todo en Europa, donde el valor de los bosques, de zonas de protección hídrica extensas y leyes ambientales más rigurosas, aseguran hasta cierto límite la vida de sus habitantes. También se puede hacer un cálculo de lo que llegan a valer los “servicios ambientales” de la naturaleza. Las cifras que presentó el último disertante, Diego Gurvich, de la Universidad de Córdoba, volviendo así al modelo que cuantifica a la naturaleza aunque sea con la finalidad de poner en evidencia el enorme derroche y las millonarias pérdidas que significan su maltrato, son impresionantes, pero son cifras que no llegan a formar opinión ni mucho menos un cambio de actitud en lo local. ¿Será que es porque todavía respiramos un aire más o menos oxigenado, porque todavía sigue saliendo el agua de la canilla del pueblo y porque todavía llueve?
Poco se aprovechó el momento de hacer preguntas. Prometedoras fueron las reflexiones del legislador electo Italo Gudiño (UCR), presente hasta el último momento del simposio. Dijo que quiere “inaugurar un nuevo tiempo”y vislumbra una conferencia regional de los legisladores para dirigir la atención a los grandes problemas de zonas con características similares. Su felicitación a los organizadores del Simposio, la Red por el uso responsable del Agua de Traslasierra hizo eco en el público, que pese al calor, a las distancias, habían venido:
Llegaron de Salsacate y Mina Clavero, de Las Chacras Norte y San Javier, de Villa de Las Rosas y Travesía, de Corralito y Loma Bola, de Merlo y Naschel; también de Córdoba, de Villa Dolores, de San Pedro y otros lugares. Muchos aprovecharon para intercambiar pareceres, direcciones, apreciaciones durante la pausa en las que se sirvieron de abundante agua, de sándwiches y pasta frola y también de las sabrosas empanadas, atención del municipio de Villa de Las Rosas.
¿Qué provecho se saca de todo lo escuchado y compartido? Fue obvio que la mayoría de los reunidos sabían de qué se trata y son concientes de la situación de desamparo. Los organizadores se pudieron dar por satisfechos y felicitarse ya que han logrado que también funcionarios de algunos lugares, directivos de cooperativas de agua etc., tomaran parte.
¿Se traducirá esto en acciones por cierto poco populares como la drástica extensión del área de protección de riberas, de frenar el parcelamiento de tierra y prohibir la construcción en zonas por encima de la zona tradicional de asentamientos hasta lograr un ordenamiento territorial para toda la región de Traslasierra? ¿Se dará nueva vida a una vieja resolución del Ministerio de Agricultura de Córdoba que declara “Bosque Protector” a toda la zona comprendida entre el límite de la provincia de Córdoba con San Luis hasta Villa de las Rosas para toda la vegetación que está por encima de los 900 (novecientos) metros? ¿Se controlará la extracción de agua de las napas subterráneas en el bajo, causa del descenso del nivel de agua en los pozos y amenaza de vertientes sierra arriba?
El agua no se fabrica, esto es obvio. Su permanencia en el valle de Traslasierra depende de en qué medida – y con qué rapidez-, se llegue a tomar las decisiones que nos aseguren la vida en nuestra región, una vida con y no contra la naturaleza.

Evelin Höhne
Red Comunicadores del Gran Chaco

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