14 ago 2007

Derroche del «oro azul»

Diario Democracia de Villa Dolores (14/08/2007)
Derroche del «oro azul»

A pesar de que la problemática del agua cada día ocupa más la atención de científicos, técnicos, políticos y, en general, de muchos de los habitantes del planeta, en algunos sectores se sigue derrochando indiscriminadamente este valioso líquido elemento.
Tal es el caso de lo que acontece en algunos campos de la región, tal vez por casualidad o por desidia e irresponsabilidad.
Pero más allá de las causas fortuitas o no, el agua se sigue derrochando y este medio de comunicación lo pudo apreciar en uno de los caminos inundados de La Concepción, como así también en otros de Los Cerrillos, con meses de anterioridad.
Lo que demuestra que todavía algunos productores no actúan ni invierten como corresponde, que de este modo se destruyen los caminos secundarios y que la Dirección Provincial de Aguas y Saneamiento debe ser más estricta, apuntando a controlar y a eficientizar los sistemas de riego estatales y privados, incluso castigando a quienes no tengan una actitud constante de preservación.
La escasez de este vital líquido obliga a reiterar nuevamente una llamada a la moderación del consumo urbano por parte de la población, pero también con relación a la explotación productiva que se hace de él, ya que sin colaboración los esfuerzos que llevan a cabo algunos resultan insuficientes.
El sector agrícola es el mayor consumidor de agua, no solamente porque la superficie irrigada ha aumentado, sino también porque no se cuentan con sistemas de riego eficientes, razón principal que provoca que las pérdidas se tornen monumentales. A veces el problema es la carencia, otras veces, como en los casos observados, la mala distribución.
Si no se piensa y actúa pensando en el futuro, si ese recurso no se administra de forma más sostenible, puede que la zona tenga que enfrentarse a una crisis profunda. Las consecuencias derivadas de no intentar solucionar ese problema son potencialmente catastróficas. Sin embargo, es frecuente ver como algunas acciones deterioran no sólo la calidad del agua, sino que también la derrochan imperdonablemente.
La utilización del «oro azul» es un problema de ética que obliga a todos a conservar el líquido no sólo para las actuales generaciones, sino para las futuras. Por eso, además de que cada persona valore su uso para las actividades básicas, es necesaria la organización comunitaria para su manejo eficiente, que permita preservarla a futuro.

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