23 ene 2007

Justicia en contra de árboles

La Voz del Interior (23/01/2007)
La Justicia ordenó la tala de 70 árboles que tienen más de 50 años

La condena a muerte, por parte de la Justicia, para 70 árboles llena de tristeza a una pareja de jubilados que vivieron a su sombra por más de 50 años. Si embargo, mantienen la ilusión de que la medida vuelva atrás, a pesar de que la apelación que presentaron también salió en su contra.
Es una larga hilera de ligustrines que será arrancada porque molestan a media docena de vecinos, quienes hicieron una presentación judicial. Argumentaron que la altura les produce demasiada sombra y adujeron problemas alérgicos.
Alfredo Acosta (74) y su esposa Yolanda (71) viven en una casa distinta a todas las demás, en la avenida Quirico Porreca al 500, en el corazón de Banda Norte. Tienen un predio de unos 60 metros de frente por otros 50 de fondo. Su vivienda está internada en una eterna arboleda, con ejemplares variados, mucho de los cuales datan de antes de que se casaran, hace 51 años.
Los Acosta no comprenden cómo estas plantas perennes, que están dentro de su propiedad, pueden molestar. Ni tampoco la decisión judicial, que consideró que hay perjuicio para terceros y ordenó la tala de todos los ejemplares que están a tres metros del límite de la vereda, lo cual compromete además a una añosa almendra y a una granada.
Ellos esperan que prime el sentido común antes del exterminio. "Yo acepto que puedan impedir el paso de la luz solar, pero no creo que haya que sacarlos. Con podarlos alcanzaría", dijo Alfredo a La Voz del Interior.
"Yo no los puse. Cuando vine a vivir acá ya estaban. No había ninguna casa y nunca pensé que podrían molestar a nadie", agrega, mientras muestra los rastros de la última poda que les hizo hace unos ocho años, cuando comenzaron los reclamos.
Los árboles de la discordia están al fondo de su casa y se extienden a lo largo de los 60 metros. Y, junto con un viejo tejido de un metro de alto, son la única medianera que separa a la casa del pasaje privado, que los Acosta comparten con los reclamantes, cuyas viviendas se edificaron en los terrenos que los padres de Yolanda vendieron, luego de realizar el correspondiente loteo, varios años atrás.
Al cariño que les tiene, el hombre agrega que la extracción de los ejemplares le trae problemas económicos. "Soy jubilado y no puedo hacer un paredón. Si sacan los árboles, la casa me va a quedar desguarnecida", argumenta, y cuenta que tienen ese terreno por herencia de su esposa, quien nació en esa casa, donde luego criaron a sus tres hijos. "¿Cuánto me va a costar cercar todo esto?", se pregunta.
Según Acosta, en el marco de la causa, fueron al lugar dos peritos, uno médico y otro forestal, que descartaron la existencia de perjuicios. Pero el dictamen judicial no le dio la razón. Y ahora tiene sobre sus espaldas la orden de sacar los árboles, que miden unos 12 metros. La Justicia falló en su contra en dos instancias.

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