23 sept 2006

Demanda por la contaminación

La Voz del Interior (23/09/2006)
Demanda por la contaminación en Bouwer

La fundición de plomo se mudó. Una de las familias intoxicadas denunció judicialmente a la empresa y a la Provincia.
Cansada de pedir ayuda, la familia de María Rosa Pavani decidió realizar una demanda a los dueños de la fundición de plomo que estaba en Bouwer, a la Agencia Córdoba Ambiente y al gobierno provincial por daños morales y patrimoniales. La denuncia se encuentra radicada en el Juzgado Civil y Comercial de Segunda Nominación, a cargo de la jueza Graciela Somoza.
"Lo hacemos por nuestra hija. Queremos asegurar su futuro y su salud, porque todavía no se sabe cuáles serán las consecuencias de la contaminación", explica María Rosa.
La fundición, que durante años funcionó sin las medidas ambientales adecuadas, decidió levantar sus instalaciones. Para la familia de María Rosa Pavani, cuyos integrantes tienen el organismo contaminado con este metal, esto no termina de ser una buena noticia.
"Vinieron el primer fin de semana de agosto con una grúa y un camión enorme y se llevaron todo", cuenta Sixto Herrera. Se trata del esposo de María Rosa y padre de L., de cuatro años, a quien, en diciembre de 2005, los análisis realizados por el equipo de toxicología del Hospital de Niños indicaron que tenía 64 microgramos de plomo por decilitro de sangre. El valor máximo aceptado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 10. El diagnóstico fue intoxicación y debió ser internada inmediatamente.
El 19 de diciembre de 2005, La Voz Del Interior publicó un informe en donde se mostraba que 12 vecinos de la fundición tenían altos niveles de plomo en la sangre según los análisis encargados por la comuna a un laboratorio particular. Entre estas personas estaba la familia de María Rosa. Dos días después, este diario informó que la Agencia Córdoba Ambiente conocía la situación irregular de la metalúrgica por lo menos desde agosto de 2002, pero nunca la sancionó.
La familia de María Rosa vive a 100 metros de la fundición, sobre el camino principal de la comuna de Bouwer, a unos 10 kilómetros de la ciudad de Córdoba. Residen allí desde hace más de 10 años. Debido al estado grave de intoxicación de su hija, en diciembre de 2005 debieron mudarse por recomendación de los médicos, ya que tanto el suelo como las paredes de su casa todavía estaban contaminados.
Se instalaron en una vivienda que les prestó el jefe comunal, Juan Lupi –también expuesto al plomo por vivir a 250 metros de la fundición– en la zona rural cerca de la comuna.
El 1º de julio decidieron regresar porque ya no aguantaban más estar lejos de su hogar. Por recomendación de los médicos debieron lavar toda la vivienda con lavandina, pintarla y colocarle contrapiso de cemento a todo el patio para evitar una recontaminación. "No nos ayudó nadie: ni el Gobierno, ni Córdoba Ambiente ni la fábrica, sólo la comuna nos dio una mano. Nos dejaron solos", cuenta indignado Sixto.
¿Qué fue lo que pasó? Desde 1984 hasta julio de 2005 la Metalúrgica Bouwer funcionó a chimenea libre y emanando un humo "oscuro, dulce y venenoso", según el relato de María Rosa. Una resolución municipal de 1996, firmada por el entonces jefe comunal, José Sciortino, autorizaba a la fundición por 12 años y, curiosamente, le daba el mismo plazo para adecuar las instalaciones a las exigencias de la Agencia Córdoba Ambiente.
Este organismo conocía la situación irregular de la metalúrgica, pero no tomó ninguna medida de suspensión o multa como prevé la ley. Según consta en un expediente de la Agencia, al que tuvo acceso este diario, en agosto de 2002 se realizó una auditoría en la que se detectaron 19 irregularidades.
En el mismo expediente figura una medición realizada por la empresa ILA, en setiembre de 2003, según la cual los niveles de plomo emitidos por la chimenea eran 35 veces más altos que lo permitido y el material particulado emanado era 13 veces mayor que lo permitido.
Además, los análisis realizados a ocho empleados de la fundición arrojaban todos valores por encima de los 20 microgramos por decilitro, el máximo tolerable en adultos según la OMS.
Recién en julio de 2005 los dueños de la metalúrgica suspendieron las tareas para reacondicionar sus instalaciones, alertados por el gran movimiento mediático en la comuna debido al traslado del DDT desde Alta Córdoba. Debido a la negación de la comuna en darle el permiso para el uso del suelo, la fundición desistió de seguir funcionando en Bouwer.
Ahora sólo queda el galpón y la larga chimenea abandonada en el predio.
Mientras tanto, L. juega en su casa recién pintada. El último análisis determinó que su plumbemia (nivel de plomo en sangre) había descendido de 64 a 46 microgramos por decilitro. Sin embargo, el plomo permanecerá en sus huesos por lo menos por 20 años más. "Por suerte los exámenes neurológicos le dieron bien", suspira María Rosa.
Una intoxicación crónica con plomo provoca la enfermedad conocida como saturnismo. Las consecuencias son deficiencia intelectual y problemas de desarrollo, entre otros.

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