15 ago 2006

Aceite de cocina en gasoil

La Mañana de Córdoba (15/08/2006)
Los cordobeses que transforman aceite de cocina en gasoil para su auto

Su auto lleva recorrido más de 45 mil kilómetros con aceite de cocina. Hace cuatros años que no pisa una estación de servicio y mantiene su Renault Kangoo con muy poca plata.
Se trata de Alejandro Lucero, el cordobés que junto a un amigo, Luis Pagnetti, logró demostrar que el petróleo es perfectamente reemplazable por otros productos orgnánicos y que asegura que se ríe cada vez que escucha de nuevos incrementos en el barril de crudo.
De profesión mecánico, a Lucero la idea le vino y no descansó hasta encontrar dónde comprar la fórmula para dejar de gastar tanto en combustible.
“Se nos ocurrió en la época en que el gasoil estaba muy caro”, le contaba a LA MAÑANA. “Un día escuché en un programa de radio la posibilidad de fabricar en tu cocina tu propio combustible, y me pregunté ‘por qué no’. Entonces se lo propuse a mi amigo Luis y nos largamos”, cuenta.

Ensayo y error
Ambos se describen como personas de gran capacidad inventiva, pero reconocen que al comienzo “costó bastante, pero al final lo logramos”.
Ambos se formaron en escuelas técnicas y relatan que “después de estudiar durante varias semanas la fórmula, nos propusimos probar con un litro de aceite y lo usamos en nuestro conejillo de Indias”.
Con ese término se refería al Peugeot 404 gasolero de Alejandro. Y parece que mal no les fue. “Después nos animamos con cinco litros, teníamos un poco de miedo de que no funcionara porque la información técnica la teníamos pero de práctica nada”, señaló Lucero.
Como la cosa funcionaba, Lucero y su amigo fueron agrandando la apuesta, hasta que se sintieron ya confiados y se largaron a las “grandes ligas”. Fue durante un extenso viaje al sur del país con ambas familias, durante el cual utilizaron sólo 300 litros de biodiesel que extrajo del aceite de papas fritas que compraban en los restoranes de la capital cordobesa. “Mientras viajábamos no podíamos creer que lo hayamos logrado y nos sentimos orgullosos de poder hacerlo”, dijo Luis.

El proceso y los beneficios
Sus explicaciones acerca del proceso de refinamiento abundan en paciencia y pedagogía. Pero naturalmente faltaría el recorrido en la práctica. “En primer lugar necesitamos aceite de las freidoras de los restaurantes, que viene mezclado con agua y con pan rallado”, decían, mientras mostraban un frasco con ese contenido.“Luego, se hace el proceso químico que consiste en una decantación; la gravedad se encarga de todo, necesita un tiempo pero de esta manera no se gasta energía”, apuntan.
“Después se pasa a una licuadora grande, en la que se preparó primero alcohol con un catalizador; cuando está listo se lo echamos al aceite -continúan-. En media hora se paran los motores y en ocho te queda divido en dos: un desengrasante industrial y el resto de biodiesel”. La explicación proviene de Lucero, que confesaba que estuvieron casi un año hablando con bioquímicos sobre la fórmula.
El hombre, fascinado con su proyecto, hizo hincapié en el bajo costo que tiene este proceso y en los beneficios que representa para los automóviles. “Triplica la vida del auto; tiene un costo de 50 centavos por litro contra 1,50 que vale en el comercio; el auto con biodiesel anda 5 kilómetros más rápido que con gasoil; el arranque en frío es más fácil; el caño de escape no contamina; necesita 160 grados para inflamarse. Tiene una sola contra y es que tiende a aglutinarse a los 0 grado, pero eso tiene solución”. A esta altura, nadie duda de que esté absolutamente en lo cierto.

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