13 ago 2006

Pierden fertilidad por la soja

La Voz del Interior (13/08/2006)
Los campos de Tercero Arriba pierden fertilidad por el monocultivo de la soja

Río Tercero. La soja es la estrella de la economía, para los productores agropecuarios, para las empresas e industrias montadas sobre el crecimiento del sector rural y para el Estado nacional que, vía retenciones, se queda con más del 20 por ciento de lo que se ve en cada campo.
Sin embargo, desde diferentes sectores se vienen advirtiendo sobre los riesgos que implica el monocultivo de esa oleaginosa. Puede sonar exagerado, pero a este ritmo la fertilidad de los campos disminuirá notoriamente en algunos años. Lo que es negocio para los productores rurales y el Estado hoy, puede ser ruinoso para sus hijos y el país productivo en algunas décadas más. Aunque resulte temerario, eso es lo que vienen advirtiendo los técnicos que saben de campo desde hace tiempo: la degradación de la fertilidad del suelo que se está produciendo en medio de esta fiebre sojera, supone un crecimiento presente, pero quizá hipotecando el futuro.
Esos riesgos de la soja como cultivo excluyente de los que se habla en el país, ¿cómo se pueden medir para nuestra región agropecuaria de Tercero Arriba?
El ingeniero agrónomo Pablo Mazzini, a cargo de la agencia zonal del INTA en Río Tercero, no tiene dudas: asegura que si no cambian las prácticas agropecuarias, en menos años de los que muchos creen se verán las consecuencias de haber pensado sólo en la cosecha de un año y no en las de la década que viene.
Puede parecer un tema sólo para gente vinculada al agro. Pero en realidad se trata del principal motor de la economía regional y por lo tanto de su presente y futuro depende buena parte de la sustentabilidad económica de la zona en su conjunto.
En diálogo con este diario, Mazzini define cuál es el riesgo de la sojización en nuestra región y advierte, en términos entendibles para todos, sobre razones y consecuencias de ese fenómeno.
Por estos pagos
–Se habla del monocultivo de soja como un problema en el país. ¿En esta zona también es preocupante?
–Sí, el monocultivo siempre es indeseable. Más allá de que en determinado momento, como éste, un cultivo sirva como motorizador de los ingresos económicos nacionales, que se trabaje casi sólo con uno lleva al riesgo de empeñar la productividad del suelo en el futuro cercano.
Esto no es exclusivo de Tercero Arriba, pero los mismos problemas que se advierten en otras zonas del país se ven aquí, con algunos matices.
–Si es tan concluyente el diagnóstico y la solución es alternar la soja con otros cultivos, ¿por qué no hace eso?
–En esta zona los cultivos para rotar con la soja son el sorgo y el maíz. En la última campaña en Tercero Arriba el promedio de rotación con sorgo y maíz fue del 11 por ciento. Pero en la región no es sustentable si no alcanzamos el 33 por ciento. Cada productor debería hacer el 33 por ciento de su campo, cada año, con sorgo o maíz en vez de soja, pero hace sólo el 11. Alternar los cultivos permite preservar mejor los nutrientes del suelo y asegurar su productividad futura. Además los patógenos, al sembrar siempre lo mismo, se especializan y cuesta mucho más combatirlos que cuando vamos alternando un cultivo con otro.
–¿Pero por qué cuesta tanto entonces que los productores lo hagan?
–Desmitifiquemos primero la idea de endiablar a la soja. La soja es una bendición como cultivo, permite hacerlo en distintos ambientes, con cierta facilidad y bien hecho no es más esquilmante que otros para el suelo. El tema es que no sea el cultivo casi único. El maíz como monocultivo también sería malo. La ganadería si fuera lo único sería también un problema porque es más extractiva aún que la agricultura ya que cosecha en carne, hueso y grasa todo la cubierta vegetal del suelo. Entonces el problema no es la soja sino que haya sólo soja.
“No es más rentable”

–Los productores dicen que la soja les deja una rentabilidad que los otros cultivos no le dan. ¿No haría usted entonces también soja?
–Pero eso no es real. Es más negocio la rotación de cultivo, incluso mirado a un plazo corto, de cuatro o cinco años nomás. Esto está medido y demostrado también en esta zona. Digámoslo así: la soja hoy es más rentable que los otros cultivos, pero bien hecha resulta más rentable aún. La soja en un sistema de rotación de cultivo da mejores rendimientos y de paso nos asegura preservar mejor la tierra. El negocio es doble. Salvo que se mire sólo el plazo de un año, de una cosecha...

–Hay productores que dicen que no perciben tanta diferencia de rendimiento si rotan o no...
–Podemos demostrar con números que hay diferencias evidentes. Sólo hay que querer verlos. Por ejemplo, la soja sembrada donde hubo maíz tiene un promedio de cinco quintales más de rendimiento que la soja tras soja. En nuestra zona casi todo se hace con siembra directa y ésta funciona bien con un buen rastrojo y la soja nunca deja buenos rastrojos como el maíz o el sorgo. Esto está medido desde hace años y no hay ninguna duda que rotar los cultivos termina siendo más rentable y conveniente.

–¿Cabe la idea de una regulación, una ley que obligue a rotar cultivos para preservar el recurso del suelo?
–A esta altura, a mí me parece vergonzoso que no exista una ley que regule esto. Un productor agropecuario administra un recurso natural (la tierra) que debe quedar para sus hijos y nietos, es decir para las futuras generaciones del país. Y cuando es evidente que rotar hace el negocio más rentable y no al revés, no hay justificaciones para no hacerlo. Pero a la vez habría que avanzar en un sistema de premios y castigos. Por un lado obligar a que se rote un determinado porcentaje de suelo pero por el otro promover facilidades para quien lo haga, por ejemplo, bajando las retenciones impositivas para el maíz para que los productores se vuelquen más a ese cultivo.

–No es exagerado decir que con estas prácticas se está hipotecando el futuro de la producción agropecuaria...
–No lo es. La ecuación económica que hace la mayoría de los productores es mirando un año y no cinco, seis o 10. Si no repone los nutrientes que se llevó el cultivo que vendió, la situación será comprometida. Estamos reponiendo alrededor del 25 por ciento de los nutrientes del suelo que nos llevamos año a año y eso es muy bajo, es preocupante.

–Estamos exportando soja, pero con ella exportamos potasio, fósforo, nitrógeno, ¿exportamos fertilidad?
–Sí. Cada vez que vendemos soja, maíz, trigo o carne de vaca, llevamos nutrientes del suelo en esa venta. Pero si por una práctica de monocultivo agudizamos la extracción de nutrientes la cuestión se agrava. Hay un aliciente: en los últimos 15 años las técnicas de siembra directa y de fertilización que se han expandido frenaron un poco esa caída, sino sería aún mucho más grave.

–¿Se puede decir que la fertilidad de los suelos hoy en cualquier campo de la zona es menor que 10 años atrás, y más aún que hace 50 años?
–Indiscutiblemente. Y está medido, probado. Por ejemplo, en Tercero Arriba si medimos el fósforo en tierra en un lote nunca cultivado estaremos hablando de 25 partes por millón, mientras que una tierra cultivada desde hace años no muestra hoy más de 7 partes por millón. El tema es preguntarnos sobre los próximos 10 o 20 años también. Hay una cuestión que enmascara todo esto que es la genética de la semilla, porque cada vez se logra por esa vía más potencial de rinde y eso va tapando la degradación de suelos que irremediablemente se está dando. Hay productores que ven que cosechan más y les cuesta entender que aún así su suelo está yendo para atrás.

–La impresión es que cuesta demasiado hacer entender a los dueños de campo que cuiden su propio campo...
–Si no costara, ya estaría impuesta la práctica de rotar al 33 por ciento. En nuestra zona hay quienes lo hacen aunque son minoría. Pero hay que advertir que esto no es un problema sólo del productor. Juegan otros factores. Veamos: en plena campaña de soja, no hay quien reciba sorgo, entonces los colonos se preguntan para qué cultivarlo si no lo pueden colocar. Todo el sistema está orientado a la sojización y no sólo el colono. Las empresas de acopio sólo reciben soja, por ejemplo. La industria también juega con su demanda: todas piden procesar soja. No aparece una sola que fabrique alcohol de sorgo, por caso. Entonces hay responsabilidades compartidas, hay un sistema que funciona en un sentido. Todo tiende a que el productor vea que es más fácil, vendible y rentable la soja.

0 comentarios:

Buscar este blog

Blog Archive

Temas

Archivo de Blogs