30 jul 2006

Laguna en peligro

La Voz del Interior (30/07/2006)
Laguna en peligro

La laguna Mar Chiquita es el embalse natural más grande de Argentina y el quinto lago de planicie en el mundo.
El espejo y los bañados del río Dulce (su principal tributario) constituyen un humedal que cumple procesos hidrológicos y ecológicos importantes para el equilibrio ambiental y la biodiversidad en su vasta región de influencia.
El lugar es decisivo para la vida de una cantidad enorme de especies de la flora y la fauna (algunas de ellas en peligro de extinción) y parada obligada y albergue transitorio de las colonias de aves migratorias que recorren permanentemente el continente y el país. Por esas y otras razones, en 2002 fue designado sitio Ramsar.
El Convenio de Ramsar o Convención de Humedales de Importancia Internacional como Hábitats de Aves Acuáticas, fue firmado en la ciudad de Ramsar, Irán, el 2 de febrero de 1971 y entró en vigor en 1975. Actualmente cuenta con poco más de 120 países miembros en todo el mundo.
Es el único de los modernos convenios internacionales en materia de medio ambiente que se centra en un ecosistema específico: los humedales.

Todavía a salvo
Por suerte, el humedal que constituyen los Bañados del Río Dulce y la Laguna Mar Chiquita no sufre aún niveles altos de contaminación, como ocurre en la mayoría de los espejos de agua dulce de la provincia y el país, muchos de ellos con avanzados procesos de eutrofización. Esta relativa buena salud del sistema se debe más al funcionamiento de su mecanismo natural de defensa que a las acciones humanas enderezadas hacia ese objetivo. Sin embargo, de no implementarse medidas preventivas de manera sistematizada, más temprano que tarde el embalse comenzará a manifestar signos de degradación, con todo lo que eso implicaría en términos ambientales, económicos y sociales.
No obstante, pese a las amenazas concretas, es más lo que se declama que lo que se hace en ese terreno.
Por eso, en octubre del año pasado autoridades de las Defensorías del Pueblo de Córdoba, Tucumán, Santiago del Estero y nacional, se reunieron en Miramar (única localidad asentada sobre las márgenes de la laguna) y desde esa tribuna solicitaron que el tramo inferior del río Dulce (comprendido entre el embalse de Río Hondo, en Santiago del Estero hasta su desembocadura en Mar Chiquita) sea declarado zona crítica de protección especial.
En sintonía con los ombudsman, el presidente de la Agencia Córdoba Ambiente, Horaldo Senn, propuso constituir un comité interjurisdiccional entre las áreas de ambiente y recursos hídricos cordobesas, tucumanas y santiagueñas para definir políticas e implementar acciones tendientes a prevenir la contaminación del embalse.
Senn ratificará esa posición en la próxima asamblea del Consejo Federal de Medio Ambiente (Cofema), prevista para setiembre. En esa oportunidad también planteará la necesidad de que las tres provincias involucradas, más Salta, firmen un convenio que no sólo contemple lo referido al caudal de agua del sistema sino también los aspectos ambientales, sociales y la adecuación de la legislación a las condiciones actuales, según afirmó el funcionario a este diario.
Vale acotar que el último convenio tripartito data de 1967.

Sobran los motivos
La preocupación creciente encuentra motivos de sobra en la degradación progresiva de la cuenca superior del Salí-Dulce, en Tucumán, y en la alarmante contaminación del embalse de Río Hondo.
En la parte alta del principal recolector hídrico de la provincia de Tucumán y principal tributario de Mar Chiquita, las agroindustrias del azúcar y del limón están generando efluentes contaminantes del curso a lo largo de todo el proceso productivo. También aportan cargas contaminantes, pero en menor escala, varias empresas del sector alimenticio y del papel.
Así lo refleja un informe reciente de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación (Sayds).
El trabajo concluye en que los residuos generados en casi todos los casos “no son de carácter tóxico acumulativo, sino que son fundamentalmente orgánicos biodegradables”. Dadas esas características, “una supresión o disminución sustancial de las cantidades que se vierten, conducirían a la restitución de la calidad del agua”.

Hay plata
El saneamiento de la cuenca superior del Salí-Dulce está contemplado en el Proyecto de Gestión de la Contaminación (PGC) de la Sayds, que cuenta con financiación del Banco Interamericano de Reconstrucción y Fomento (Birf).
Con ese fin, se discutieron con empresarios y representantes de organismos provinciales de Tucumán los métodos y tecnologías de desagües industriales tendientes a disminuir los niveles de contaminación que se vierten al río, poniendo el foco en las empresas que muestran niveles críticos de contaminación.
Pero de los 15 ingenios azucareros y las cinco mayores firmas citrícolas tucumanas asentadas en la cuenca, sólo un tercio adhirió al programa en los tres años que lleva el plan, según los registros del PGC.
Eso alimenta el temor de que la contaminación que acecha a Mar Chiquita impacte finalmente sobre la laguna.
Por otra parte, Santiago del Estero tiene por delante el desafío de reparar el daño ambiental en el embalse de Río Hondo y Córdoba debe hacer bien los deberes en los dos ríos que nacen en las sierras del oeste y vierten sus aguas en la laguna desde el sur: el Xanaes y el Suquía.
Eso, para que el humedal siga figurando entre los sitios de importancia internacional por su biodiversidad y no pase a figurar en la triste lista de embalses degradados y moribundos.

Por Héctor Brondo

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